Cuando un joven, a mediados del siglo XX quería ser mozo en Velamazán, debía pagar una cuartilla de vino que consumían entre todos, así podía participar de la albada, estas composiciones poéticas antiquísimas del género lírico, se interpretaban en celebración de una boda.
El ayuntamiento daba un reo de vino en tazas de plata, en tres ocasiones al año, el martes de carnaval, el tercer día de las fiestas y el día de corpus cristo.
También se proporcionaba vino a los que realizaban las hacenderas, labores de ayuda o trabajo para el ayuntamiento. Se repartían en jarras, cada taza era cuarto de litro, algunos se lo bebían allí recién entregado y otros lo llevaban a su casa para ser consumido. La costumbre podría provenir de los tiempos del marqués, cuando para la festividad de San Sebastián, repartía entre los vecinos sardinas y vino.
La cofradía de la vera Cruz. Todos los vecinos inscritos acompañaban a los difuntos en los entierros. Se realizaban varias paradas desde la casa difunto hasta el cementerio que eran aprovechadas para el rezo y pedir en las casas. En la puerta del cementerio el sacerdote cantaba con gran potencia un salmo en latín, lo que en el pueblo se conocía como el “gori, gori”. Existían otras dos cofradías más, la de San Sebastián, y la del Rosario, esta última compuesta íntegramente por mujeres.
Fiestas: Dedicadas a San Roque, del 14 al 16 de agosto, la noche del 15 los vecinos llevaban grandes cantidades de leñas hasta el olmo de la plaza, delante de la iglesia y se producía la luminaria. El segundo día de la fiesta se rondaba de casa en casa con la coplillas, bebiendo anís de cazalla y roscas. Se hacía tarta de huevo cocido en casa.
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